miércoles, 19 de septiembre de 2012

El sacrificio

Hola, me llamo Ted, sin apellido, soy detective privado. Ase unos días me llamaron para un caso de un asesino que mato a unas niñas en un parque, el tipo estaba loco, así que lo llevaron a un manicomio llamado Red Forest, que esta alrededor de un bosque con niebla muy espesa, me contrataron para interrogar al loco, porque los policías no lograban sacarle ni una palabra. Fui al manicomio el 9 de febrero de 1982, el lugar era tétrico, los doctores eran de piel pálida, no había ni un alma en la sala de espera, ademas de la secretaria. Me pidieron que pasara, abrieron las puertas que eran puertas de celda y pasé por un pasillo donde se escuchaban gritos, risas macabras y amenazas. Al final del pasillo entre a la habitación del asesino, el lugar era horrible, sangre en las paredes, símbolos satánicos, palabras obscenas por todo el lugar. En un rincón estaba el asesino hablando solo, decía palabras como: matar, escapar y esas cosas así. Le pregunte porque cometió el asesinato, me miro sonriendo y me dijo que esperaba a alguien como yo, yo le dije con voz brusca que no tenía tiempo para estupideces, el me dijo que mato a esas niñas para un sacrificio. Yo me asombre poco, con un tipo como el era obvio, pero le pregunté a que (porque debía ser a algo el sacrificio) y el me dijo: a el, señalando el centro de la habitación donde había un símbolo de cara triste. Yo mire el símbolo por un segundo y volví a mirar al asesino y vi que no estaba, me asuste y miré por toda la habitación y no había nadie, pero, miré al techo y estaba el asesino, girando la cabeza torcidamente, le salía saliva y sangre por la boca, sus ojos completamente negros, estaba poseído. El se tiró enzima mío y me desmaye, desperté en el hospital con una herida en la cabeza, creí que todo era un sueño, pero cuando llego el doctor me dijo que me desmaye producto de un infarto que me causó el asesino que escapo del manicomio  y ademas el doctor me dijo que el asesino me dibujo con sangre algo en el pecho, me subí la camisa y era una cara triste.

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